viernes, 29 de marzo de 2013

¿Educación? No, gracias




Hace pocos años murió un conocido. Tenía cuenta en Facebook. Ahí éramos amigos, no simples conocidos: cosas del Facebook. Durante algún tiempo este amigo cibernético continúo invitándome a participar en eventos varios. Daba un poco de repelús recibir misivas del difunto, por muy amigo que fuese.

Y es que no hace falta recurrir a la Santa Compaña, la bona xente, ni al hortera Jálogüin para sacar a pasear los muertos, a los muertos-muertos digo; no a los muertos-vivientes, que esos se pasean solos. La historia de las huestes del Cid sacando a guerrear el cadáver de su señor ilustra la misma idea: un cadáver, un muerto bien muerto, convenientemente compuesto y expuesto aún puede dar mucha guerra.

Esto es lo que pasa con nuestro sistema educativo, que está muerto pero sigue dando guerra. Las huestes de la progresía, después de dejar a sus retoños en el Liceo o en Maristas, aún sacan a pasear su cadáver bramando en los periódicos u organizando manifestaciones en defensa de la escuela pública, inclusiva, progresista y logsiana.

martes, 26 de marzo de 2013

8.3. El Abecedario de Pinocho



Jaime Ballester (2013)

Hemos visto cómo Pinocho, tras el tropezón inicial, vuelve a ser ayudado por su padre. Geppetto le rehace los pies y lo alimenta. Con un esfuerzo que cualquier padre realiza gustoso. Por su parte, Pinocho quiere que su padre se sienta orgulloso de él. Quiere convertirse en un “buen chico”.

Quiere ir a la escuela. Necesita en primer término ropa, la conciencia de su valía interior y el poder de mostrarse ante los demás. Quedó aludido que se trata del ámbito de la formación de la intimidad, de la averiguación del sentido de nuestra existencia. Nadie puede vivir una vida humana sin el “vestido” que recibimos en nuestra familia y que iremos retocando, no necesariamente para mejor, a lo largo de nuestra vida.

Geppetto ha cubierto hasta ahora todas las necesidades de Pinocho. Surge una nueva:

«Me falta el Abecedario».

martes, 19 de marzo de 2013

8.2. Pinocho necesita vestido



Jaime Ballester (2013)

Pinocho, loco de contento, empezó a saltar y hacer cabriolas. Ha obtenido lo que quería, sus pies nuevos. Ahora puede volver a avanzar por el camino de la vida.

No olvida lo prometido: quiere ir inmediatamente a la escuela.

La escuela es símbolo de formación. Pinocho asume así el objetivo de dirigirse hacia su más alta posibilidad. Ha estado al borde del fracaso existencial. Lo ha experimentado muy de cerca y ahora quiere ser un “buen chico”.

No se alcanza una meta elevada simplemente deseándolo. Para llegar a la cima, hay que andar todo el camino. Surgirán obstáculos y habrá que tomar en consideración nuevas necesidades:

«Para ir a la escuela necesito algo de ropa; ho bisogno d’un po’ di vestito».

martes, 12 de marzo de 2013

8.1. Geppetto rehace los pies de Pinocho


Jaime Ballester (2013)

Pinocho estaba absolutamente dominado por el hambre. Su perspectiva vital le había arrojado a una situación en la que las necesidades le agobiaban. Carecía de horizonte, de fuerzas para salir él solo de ese estado. Geppetto saca a Pinocho del aprieto, privándose de lo suyo.
 
Las necesidades acompañan necesariamente la vida. Nunca nos hallaremos en una situación tal que no necesitemos algo. O pensemos que lo necesitamos, pero esto es otra cuestión y ha de ser tratada en otro momento.

Por eso, «en cuanto se le pasó el hambre, empezó a refunfuñar y a llorar porque quería un par de pies nuevos».

martes, 5 de marzo de 2013

7. Geppetto vuelve a casa


Jaime Ballester (2013)

Al final del capítulo anterior vimos cómo Pinocho perece ante un peligro del que no es consciente. Y es que no ser conscientes de los peligros no nos impide caer en ellos. De ahí los desvelos de los padres acerca de sus hijos: inconscientes en razón de la inmadurez propia de la edad, caminan al borde del precipicio con una alegría que produce espanto.

Y así es como Pinocho pierde sus piernas. Esas piernas que nos sostienen y nos permiten tomar contacto con el mundo y movernos con firmeza por él.