miércoles, 22 de noviembre de 2017

Buenismo o ética

No es difícil encontrarse con planteamientos y gentes buenistas.
Llama la atención que cuando alguien no comparte tales planteamientos, algunos buenistas sacan (de su infraconsciente será) el orco que llevan dentro y se acabó el buenismo: tolerancia cero contra quien osa cuestionar el Bien.
Ortega vivió una época en que las cosas no eran así. Quizá empezaba el asunto. Pero no era así. Si no, no se entiende que hubiera dicho que para conseguir algo hay que arremangarse y trabajárselo en vez de esperar a que el universo conspire para ofrendar grácilmente la realización de nuestras aspiraciones y deseos.
Y, además, que confiar en el universo complaciente es inmoral. Ya digo, no se topó con buenistas.

Y yo no digo nada. Todo es de Ortega. Ahí lo dejo, como prueba. Por si interesa:

«es inmoral pretender que una cosa deseada se realice mágicamente, simplemente porque la deseamos. Sólo es moral el deseo al que acompaña la severa voluntad de aprontar los medios de su ejecución»,
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

martes, 21 de noviembre de 2017

El quehacer del homo faber

Se lee en Aristóteles que la cuestión de cómo vivir una vida plena (eudaimonía), plenamente humana, tiene que ver con lo que el hombre puede hacer para lograrla (el prakton agathon). No con lo que nos pase: que nos toque la lotería (vieja aspiración española, si hemos de creer a Unamuno), una ínsula (como la que otorga Cervantes a Sancho Panza) o cualquier canonjía.
Y algo de esto le entiendo también a Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«Nada importante es regalado al hombre; antes bien, tiene él que hacérselo, que construirlo. Por eso, el título más claro de nuestra especie es ser homo faber»,
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

lunes, 20 de noviembre de 2017

La moral y la masa

De la época escolar retenemos la obviedad de que quien aspira al 10 no siempre lo consigue, pero se queda cerca. Quien aspira al 5 no siempre lo consigue y, por eso, con frecuencia suspende.
Algo así ocurre en la vida.
La moral, la tensión por conseguir realizar nuestra mejor posibilidad, significa poner una meta noble a nuestro esfuerzo, concebir nuestra vida como una tendencia a algo elevado.
En la vida, como en los estudios, también los hay que no aspiran nada más que a que termine el curso con las menores preocupaciones posibles.

Quizá por eso Ortega dice lo que dice. Ahí lo dejo. Por si interesa:


«El hombre-masa carece simplemente de moral, que es siempre, por esencia, sentimiento de sumisión a algo, conciencia de servicio y obligación»,

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

jueves, 16 de noviembre de 2017

¿Mantenerse joven?

Madurar en una profesión significa dominar las exigencias que ésta comporta, saber qué se puede y qué no se puede hacer. Lo contrario es no saber (ser ignorante) en qué consiste esa tarea.
El joven, por serlo, vive en la ignorancia de lo que será; vive en la búsqueda de sí mismo. Por eso aún no está en condiciones de asumir deberes (dice Aristóteles que, por serlo, el joven es incapaz de amistad: al no poseerse, no puede entregarse). El joven está vertido al futuro: al no ser nada, vive como si tuviera que experimentarlo todo, probarlo todo; es todo posibilidad, poca realidad. Tiene que determinarse, concretar la meta de su existencia, elegir la tarea en la que empeñará sus esfuerzos. Tiene, en una palabra, que aprender a vivir y aprender que realizarse es, estrictamente, “hacerse real” o, más precisamente, “hacer real la mejor posibilidad”.

De ahí, si lo entiendo bien, la perplejidad de Ortega ante los ancianos con chandal y peluquín. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«Esta esquividad para toda obligación explica, en parte, el fenómeno, entre ridículo y escandaloso, de que se haya hecho en nuestros días una plataforma de la «juventud» como tal. Quizá no ofrezca nuestro tiempo rasgo más grotesco. Las gentes, cómicamente, se declaran «jóvenes» porque han oído que el joven tiene más derechos que obligaciones, ya que puede demorar el cumplimiento de éstas hasta las calendas griegas de la madurez. Siempre el joven, como tal, se ha considerado eximido de hacer o haber hecho ya hazañas. Siempre ha vivido de crédito. Esto se halla en la naturaleza de lo humano. Era como un falso derecho, entre irónico y tierno, que los no jóvenes concedían a los motes. Pero es estupefaciente que ahora lo tomen éstos como un derecho efectivo, precisamente para atribuirse todos los demás que pertenecen sólo a quien haya hecho ya algo»,
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Necesidad y grandeza

Una conquista irrenunciable es la idea de que la libertad es un rasgo esencial de lo específicamente humano.
Y la libertad se opone, en su versión divulgativa, a la necesidad.
Porque lo necesario constriñe, oprime. Y quien anda necesitado muestra su penuria.
Pero no es menos cierto que el poeta, el verdadero, necesita hacer versos; y en esa necesidad queda patente su grandeza más que su miseria. Y su libertad para ser o no poeta, para ser fiel o no a su auténtica realidad.

Quizá por eso Ortega dice lo que dice. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«Sólo hay verdad en la existencia cuando sentimos sus actos como irrevocablemente necesarios»,

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

martes, 14 de noviembre de 2017

Ciencia y Política

Las ciencias que operan con más factores son más complicadas.
Comprender los asuntos humanos es más difícil que explicar los asuntos de los que tratan las ciencias. Pero no porque intervengan más factores, no porque ese saber sea una ciencia hipercomplicada; es que la ciencia no puede abordarlo. Aristóteles diría que las ciencias se especifican por sus objetos y estos objetos son tan diversos...
La ciencia trabaja con abstracciones (aunque Newton vea caer esta manzana, la ciencia dice que “todos los cuerpos son atraídos…”). La vida humana es siempre singular, particular, concreta y, al decir de Aristóteles, sobre el particular no hay ciencia pero sí sabiduría.
A ver si tanto entusiasmo por la ciencia nos va a hacer perder de vista la realidad misma, al menos la realidad propiamente humana.

Algo de esto podría decir Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«La política es mucho más real que la ciencia, porque se compone de situaciones únicas en que el hombre se encuentra de pronto sumergido, quiera o no. Por eso es el tema que nos permite distinguir mejor quiénes son cabezas claras y quiénes son cabezas rutinarias»,

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

lunes, 13 de noviembre de 2017

La ciencia y los científicos

Hay un mecanismo mediante el cual se desvían energías de un ámbito a otro. De un ámbito de mayor dificultad a otro más confortable, obviamente. De él habla Nietzsche. Freud lo llama sublimación de la líbido.
Es lo que hace el estudiante que se distrae en sus sueños o es capaz de desplegar empeño y eficacia para ordenar su habitación y toda la casa antes de enfrentarse a su tarea más importante; y nadie negará que está bien ordenar la habitación aunque estaría mejor si hubiese realizado su trabajo.

Algo de esto le entiendo a Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«la mayor parte de los hombres de ciencia se han dedicado a ella por terror a enfrentarse con su vida. No son cabezas claras; de aquí su notoria torpeza ante cualquier situación concreta»,
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

sábado, 11 de noviembre de 2017

Claridad y vida

Sostiene Aristóteles que la mayoría de los hombres más que vivir, "son vividos". Algo así como si la vida de la gente fuese dirigida desde fuera, según los usos y costumbres de su tiempo y lugar. Por decirlo de otro modo, la mayoría desempeña el papel que la sociedad de su tiempo le otorga: son actores de sus vidas, pero no autores.
Para escribir el guión de la propia vida, para ser autor, para vivir desde sí mismo (desde dentro y no desde fuera) haría falta… de entrada, tener claridad.

Asunto difícil, si hemos de creer a Ortega. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«Cabezas claras, lo que se llama cabezas claras, no hubo probablemente en todo el mundo antiguo más que dos: Temístocles y César; dos políticos. La cosa es sorprendente, porque, en general, el político, incluso el famoso, es político precisamente porque es torpe».

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Inercia y reforma

Al parecer pensamos mediante conceptos. Nos permiten manejar las realidades sobre las que pensamos sin obligarnos a precisar más. Tampoco impiden que continuemos profundizando. Pero la inercia es la inercia.
Lo mismo ocurre en el ámbito de la acción: tenemos hábitos, rutinas, que no nos obligan a pensar cada paso que damos. Tampoco lo impiden. Pero la inercia es la inercia.
Por eso conviene recordar que se pueden romper ciertas inercias.

Algo de esto le entiendo a Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«lo mejor que humanamente puede decirse de algo es que necesita ser reformado, porque ello implica que es imprescindible y que es capaz de nueva vida»,

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Decidir confiar

Es sabido que si uno dirige la propia vida con energía y esfuerzo, se mantiene entonces a la altura de su propia dignidad.
Pero también es posible otorgar confianza. Decidir embarcarse en una tarea en la que no se está solo. Ahí también dirigimos nuestra propia vida. Ahí también nos mantenemos a la altura de nuestra propia dignidad. Y, además, hay encuentro, cordialidad, apoyo...
Y dificultades, en cualquier caso.

Algo de esto le entiendo a Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«La vida creadora supone un régimen de alta higiene, de gran decoro, de constantes estímulos, que excitan la conciencia de la dignidad. La vida creadora es vida enérgica, y esta sólo es posible en una de estas dos situaciones: o siendo uno el que manda, o hallándose alojado en un mundo donde manda alguien a quien reconocemos pleno derecho para tal función; o mando yo, u obedezco. Pero obedecer no es aguantar —aguantar es envilecerse—, sino, al contrario, estimar al que manda y seguirlo, solidarizándose con él, situándose con fervor bajo el ondeo de su bandera»,

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas