lunes, 18 de diciembre de 2017

Realidad y Razón

Qué son los conceptos o, lo que es lo mismo, cuál es el estatuto de los universales, es asunto que se ha tratado largamente en la historia del pensamiento.
Hay quienes sostienen (Platón, sin ir más lejos) que son la realidad más real, quedando este mundo como mera copia o participación, en cualquier caso un mundo sensible pero escasamente inteligible y como a medio hacer, imperfecto e inferior (aunque se enfade Nietzsche).
Sin llegar a esos extremos, Aristóteles sentencia que sobre lo particular no hay ciencia, que el saber científico versa sobre los universales, los conceptos.
Hay, en definitiva, una actitud que consiste en volver la espalda a lo particular, a lo existente, sea porque es inferior, sea porque es difícilmente pensable, sea porque la ciencia no puede hincarle el diente.
Kant en la Crítica de la razón pura briega con estos asuntos, con las sensaciones, las formas, las categorías, las ideas… Y queda delimitado, de-marcado, el ámbito de la ciencia, el dominio de la razón. Y también la apertura al particular aber ich denke überhaupt porque somos, sobre todo, seres pensantes. Razonar, hacer ciencia, es un modo. Sólo eso. Hay más.

Decir que hay algo (sea lo que sea “ese algo”) y nada más lleva al cierre, al -ismo.

Algo de esto le entiendo a Ortega. Ahí lo dejo, por si interesa:

 «el racionalismo es una forma de beatería intelectual que al pensar sobre una realidad procura tener a ésta lo menos posible en cuenta»,
Ortega y Gasset, El hombre y la gente

domingo, 17 de diciembre de 2017

Atinar

Es difícil escapar de los modos de ver el mundo que están vigentes en cada momento que, por eso y en otras palabras, son modas. Y las modas, lo moderno, van y vienen al son de nuevas in-novaciones.
En suma, la amalgama de idola fori et tribus, que diría Bacon, que a veces nos hace olvidar quién somos e intentar aparecer y actuar de otro modo: un modo superior o inferior, tanto da, pero que nunca es mejor, sencillamente porque no es el que toca.

Los tiempos, las modas y los idola cambian, pero Sísifo acarrea y tropieza una y otra vez con la misma piedra.

Atinar con lo que toca, sin pasarse ni quedarse corto, es cuestión tan difícil como valiosa. Aristóteles la llamó excelencia, areté, y nosotros heredando el término latino solemos denominarla con el gastado nombre de virtud.

Quizá por eso Ortega, gastando tanta claridad como ironía, dice lo que dice. Ahí lo dejo. Por si interesa :

 «a mediados del último siglo y comienzos de éste la filosofía, so el apodo de positivismo, pretendía ser una ciencia, es decir quería «hacer de ciencia», pero no hay que formalizar la cosa, se trata sólo de un breve ataque de modestia que la pobre sufrió!».

El hombre y la gente.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Dios, luz y ausencia

El concepto es un instrumento con el que entendemos las realidades (la sensación sin concepto es ciega, dirá Kant) o un medio en el que entendemos las cosas. El concepto es, en cualquier caso, algo tan distinto de la realidad conceptualizada como del sujeto pensante: es un tercero.
Por otra parte, nadie reza a un concepto. Dios, si es, no es un concepto.
Sirvan estas obviedades para entender por qué gentes de corte intelectual, que buscan y gustan de conceptos, al llegar a Dios su pensamiento se enmaraña. Como si la luz les deslumbrara al salir de la caverna, que diría Platón. Quien lo probó, lo sabe. El que no, no sabe nada.

Quizá por eso Ortega dice lo que dice. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«Dios no es nunca un tercero, porque su presencia está hecha de esencial ausencia; Dios es el que es presente precisamente como ausente, es el inmenso ausente que en todo presente brilla —brilla por su ausencia—».

El hombre y la gente.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Sentido de la juventud

Cada época de la vida tiene su tarea, tiene algo que aportar a la vida en su conjunto. Y volcarse vibrante a ese quehacer constituye la plenitud, el sentido de ese momento. Y madurar, para iniciar con paso firme la siguiente etapa, la siguiente tarea.
Hay tiempo de sembrar y de recoger, de enamorarse y de pasear nietos. Todo fascinante cuando se hace a su debido tiempo. Todo con ventajas, gozos y esfuerzos, éxitos y fracasos, que de todo hay.
Pero no hay una etapa en la vida que consista en no hacer nada, en el simple vivir de las rentas ajenas.

Quizá por eso Ortega dice lo que dice, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
  
«La juventud de ahora, tan gloriosa, corre el riesgo de arribar a una madurez inepta. Hoy goza el ocio floreciente que le han creado generaciones sin juventud»,

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Elegir la sumisión

La naturaleza humana es deficitaria en muchos aspectos. Es un modo de decir que no hay ajuste entre lo que somos y nuestra propia plenitud.
Se puede vivir esa carencia como menesterosidad, como necesidad o, como diría Hegel, como negatividad. También es posible vivirla como posibilidad, potencia o virtualidad, como acentúa Aristóteles. Cada quien la vive a su manera.
Bien es cierto que quien fía el logro de su plenitud personal al otro, al reconocimiento (al decir de Hegel), muestra su dimensión más pobre. No es la única posibilidad, pero así viven algunos sus desajustes.
Y así lo describe Ortega, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«El gesto servil lo es porque el ser no gravita sobre sí mismo, no está seguro de su propio valer y en todo instante vive comparándose con otros. Necesita de ellos en una u otra forma; necesita de su aprobación para tranquilizarle, cuando no de su benevolencia y su perdón. Por eso el gesto lleva siempre una referencia al prójimo. Servir es llenar nuestra vida de actos que tienen valor sólo porque otro ser los aprueba o aprovecha. Tienen sentido mirados desde la vida de este otro ser, no desde la vida nuestra. Y esta es, en principio, la servidumbre: vivir desde otro, no desde sí mismo»,

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Vida, dominio y servidumbre

Es sabido que Platón propone en su República una comunidad de mujeres e hijos, una sociedad en la que cualquiera puede ser hijo de cualquiera. Se evitaría así el nepotismo y la injusticia en general.
Aristóteles, amigo de Platón pero más de la verdad, replica que más vale ser sobrino auténtico que hijo platónico.
Ocurre a veces que mentes claras como Platón (que en su obra de madurez rectifica ese error, ese horror) u Ortega se pierden en la idea y olvidan la humilde realidad, el auténtico sobrino aristotélico.

Quizá por eso dice Ortega que
«Todo gesto vital, o es un gesto de dominio, o un gesto de servidumbre. Tertium non datur».
La rebelión de las masas.

Para superar la hegelina dialéctica del amo y del esclavo le hubiera bastado pensar en el gesto vital por excelencia: parir, alumbrar, dar vida.
O cantar un villancico, que es lo suyo en estas fechas.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Igualdad o jerarquía

El maestro Orwell mostró que, aunque se quiera imponer por la fuerza o por el engaño, el igualitarismo es imposible. Porque siempre ocurre que “unos somos más iguales que otros”.
Hay hasta ministerios de igualdad, tan orwellianos como el de la verdad o la paz. El buenismo tiene muchas caras y esta quizá no sea la peor.

Antes de Orwell, algo de esto dijo Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«Contra la ingenuidad igualitaria es preciso hacer notar que la jerarquización es el impulso esencial de la socialización».

La rebelión de las masas.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Riqueza y estilo

El dinero es un medio, un instrumento. Para conseguir algo valioso, que queremos. Desde comida y cobijo hasta donde nos deje llegar la pirámide de Maslow.
Por eso, gente fina como Aristóteles señala que quienes dicen que la eudaimonía, la vida plena, consiste en poseer riquezas, no saben lo que dicen. Porque no saben lo que quieren.
Y cuando uno no sabe a dónde se encamina o hacia dónde dirigir sus pasos, todos los vientos le son contrarios y el poderoso caballero sopla reciamente, que diría Quevedo.

Quizá por eso, si lo entiendo bien, dice lo que dice Ortega (que también es fino). Es verdad que ni Aristóteles ni Ortega ni Quevedo eran economístas, eso sí.
Ahí lo dejo. Por si interesa:

«el dinero no manda mas que cuando no hay otro principio que mande».

La rebelión de las masas.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

De Gila al caganer


De Gila al caganer




Manuel Ballester


Cuando algo sale mal, buscamos culpables.
Aquello de Gila de que “alguien ha matado a alguien” tiene su gracia porque rompe lo que esperamos saber: quién es el asesino.
Parafraseando a Gila podríamos decir que, en el asunto de Cataluña, alguien ha elevado a categoría cósmica el caganer, esa entrañable e idiosincrática aportación de Cataluña a la cultura universal. Lo que varía es a quién se le endilga la responsabilidad. Repasemos algunos candidatos.

lunes, 4 de diciembre de 2017

El intelectual, entre el compromiso y la culpa

El llamado “intelectual” podría constituir el ingrediente más noble de la sociedad.
Podría asumir sobre sí la tarea de aclarar las cosas, de señalar a los demás por dónde anda la verdad y el bien. Podría, incluso, asumir la tarea señalada por Marx: comprometerse en la transformación del mundo. Y podría ocurrir que ese compromiso supusiera un esfuerzo por plasmar la verdad y el bien; la belleza, en suma.
No faltan, sin embargo, quienes, al decir de J. Benda en La trahison des clercs, se han vendido a las pasiones políticas. Y que, como intelectuales engagés se diferencian del clásico bufón en que no tienen gracia, y se le parecen en su servilismo a las ideologías más antihumanas que ha visto la historia.

Y algo de esto le entiendo a Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«Desde hace muchos años me ocupo en hacer notar la frivolidad y la irresponsabilidad frecuentes en el intelectual europeo, que he denunciado como un factor de primera magnitud entre las causas del presente desorden»,
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

domingo, 3 de diciembre de 2017

De Giges y Gollum


De Giges y Gollum




Manuel Ballester


Cuando los dioses eran niños y los hombres eran hombres nacieron las leyendas esenciales. Una de aquellas historias recoge las andanzas de Giges.
Por entonces los hombres estaban habituados al misterio. Por eso, cuando una tormenta fue seguida por un terremoto que dejó al descubierto un abismo, el pastor Giges simplemente miró dentro. Y encontró un anillo de oro. Junto a otras maravillas que detalla el texto de Platón. El anillo vuelve invisible a su portador. Y Giges puede obrar (bien o mal) sin tener que responder de sus actos.

viernes, 1 de diciembre de 2017

Realidad e idea en lo humano

Rilke no es el único en señalar que el hombre no se encuentra cómodo, en su casa, ante el mundo dado, ante la naturaleza bruta: wir nicht sehr verläßlich zu Haus sind in der gedeuteten Welt.
El hombre necesita humanizarlo todo, necesita construir su hogar, interpretar el mundo.
En un sentido profundo que la tradición se encargará de matizar, señala Parménides la gran verdad: lo mismo es pensar y ser. O, con otros términos, vivimos el mundo que somos capaces de pensar.

Quizá por eso, si lo entiendo bien, Ortega dice lo que dice. Ahí lo dejo. Por si interesa:


«Casi siempre las cosas humanas comienzan por ser leyendas y sólo más tarde se convierten en realidades»,
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.